
Durante un momento puedo mirarte a la cara, el resto del día, astro rey, no me dejas.
El mes pasado culminamos la ultima travesía por las islas griegas que teníamos programada.
Fue de las mejores, buen clima, buenos vientos, buena gente y la mejor gastronomía griega.
Zarpábamos del puerto de Kalamaki sobre las 16:00 con el barco a son de mar rumbo a la bahía que se encuentra en la cara este de la isla de Aegina para hacer noche en esa cala. Entraba una olita continua y algo de viento que llego a hacer picos de 15 nudos, tuvimos que fondear con el ancla de respeto para estar mas seguros durante la noche.
Por la mañana levamos ancla y nos dirigimos a la cara oeste de la isla, al puerto. Cogimos unos scooters y fuimos a recorrer la isla, templos, ruta costera y seguir degustando el pescado mas fresco, el que bajan los pescadores de sus barcas.
Cena en cubierta y helado de pistacho de postre en la heladería que estaba frente a la popa de nuestra embarcación, tan solo cruzar la calle.
Al día siguiente zarpamos rumbo a la isla de Ydra, unas horas por proa con un día soleado. Pero antes de llegar una paradita técnica, en una cala solo para nosotros, para darnos un chapuzón.
Finalmente, decidimos ir a la isla de Dhokos, una isla desierta, con una bahia para fondear y nada mas, quiero decir, que sus espectaculares playas de rocas, sus vistas a la bahía y su impresionante atardecer.
El mar estaba planchado, un lago, pasamos una noche tranquila bien fondeados.
La mañana siguiente nos dirigimos hacia la costa, el ultimo pueblo de la península del Peloponeso, Ernioni.
En mi humilde opinión, el pueblo mas pintoresco de los que hemos visitado, un autentico pueblo en los que el tiempo se detiene y los días se miden en amaneceres y atardeceres.
Nos acercamos a la pescaderia a comprar lo que seria nuestro almuerzo y el propietario nos ofreció cocinarnoslo en su casa, accedimos sin pensarlo, pero lo que nos sabíamos que la «casa» de ese hombre era el mejor restaurante del lugar, con una playa privada de aguas cristalinas de donde sacábamos estrellas de mar,en la que nos dimos un chapuzón mientras nos cocinaban ese pulpo a la brasa que tan bueno estaba.
Todo era perfecto, el sitio, la comida, el vino, el clima…..ese paseo por un mini bosque que hay en la punta de la pequeña península, el verde de los arboles, el turquesa del mar, el olor a vida…Una experiencia inolvidable que ya quiero volver a vivir
Esa misma tarde soltamos amarras y nos fuimos a ver el atardecer navegando para finalmente hacer noche en Ydra, la magia del atardecer lo envolvio todo, tonos de luces, música, el mar se volvio negro, las luces de la bahia nos indicaban el puerto de la isla.
No fue un amarre fácil, 4 horas, fondeados en segunda linea, enganchando cadenas, tirando el ancla varias veces, nos quedamos en un momento sin motor y por la mañana a primera hora se esperaban unos 25 nudos por proa de viento.
Un pequeño paseo por la isla y a dormir, eran ya casi las 02:00.
Y por la mañana se cumplieron las predicciones, el mar revuelto, el barco que cabeceaba y el ancla que empezó a fallar, comenzó a atravesarse a la mar por lo que hubo que despertar a la tripulación, levar ancla, soltar amarras de los barcos a los que estabamos abarlobados y salir pitando de ese puerto.
El mar revuelto, viento fuerte y olas, no es la mejor manera de despertar pero esto es lo que es navegar. Pusimos rumbo a la cara sur de la isla donde en una bahía en la que había solo un pescador nos refugiamos.
Nos bañamos, comimos, sacamos fotos debajo del agua y despues de comer pusimos rumbo nuevamente al puerto del que unas horas antes tuvimos que irnos.
Al llegar vimos que quedaba un solo sitio para amarrar, mas o menos bien y fuimos por él.
Mision cumplida, atraque límpio, rápido y con tiempo para ir a ver el atardecer desde la isla.